jueves, 31 de enero de 2013

Cristo sufriente - III

Probablemente, no hay alegría más auténtica que la del perdón; porque, posiblemente, no existe congoja mayor que el sentimiento de culpa, con este amargo binomio: vergüenza y tristeza.
            Podríamos, incluso, afirmar que el perdón es la más alta expresión del amor y la más genuina. Pero lo que asombra en el perdón evangélico es otra cosa: que más alegría siente el que perdona que el que es perdonado. Por eso, Jesús representa el perdón del Padre como una fiesta.
            Aquel muchacho lo tenía todo en su casa. Pero, so­ñando en aventuras, se fue a tierras lejanas, dejando clavado un puñal en el corazón de su padre. Se zambu­lló en el turbio esplendor del mundo hasta morder la fruta del hastío. Y cuando, doblegado por la nostalgia, regresó a su casa, su padre, además del abrazo y el perdón, le preparó el banquete más espléndido de su vida.
            Aquella mujer perdió una dracma, una pequeña mo­neda. Después de muchos desvelos y fatigas, la recupe­ró; y fue tanta su alegría, que, no pudiendo contener­se, salió al barrio para invitar a las amigas a alegrarse con ella.
            Si se pierde una oveja entre los riscos, el Padre no se desentiende de ella, sino que salta al mundo, cruza los valles, escala los roqueríos, se asoma a los precipicios, arriesga su vida hasta que encuentra a la oveja perdida y malherida. La toma en sus brazos y vuelve a casa cantando y proclamando que aquella oveja recuperada le da más alegría que todo el resto del rebaño.
Así fue Jesús desgranando, ante sus asombrados y humildes oyentes, en forma de narraciones y apólogos, el misterio y los tesoros del corazón del Padre. Esta era la permanente temperatura interior de Jesús, desde donde le brotaban aquellas palabras que inundaron de alegría y misericordia al mundo.
            Por cuanto hemos dicho, afirmamos que el Evange­lio es un himno a la alegría, entendiendo por alegría no necesariamente la risa explosiva, sino un estado interior pleno de gozo y libertad.
            Por eso no es posible la tristeza allí donde está Jesús.
            En este sentido, hay en el Evangelio una perícopa notable por lo significativa (Mc 18,22). Los discípulos de Juan ayunan, y los discípulos de Jesús, no. ¿Por qué este contraste? Hay que tener en cuenta que el ayuno indicaba, de alguna manera, luto y tristeza.
            Jesús responde, tajante, con una pregunta: ¿acaso pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Quiere decir: la persona concreta de Je­sús es la transparencia de la misericordia del Padre, y, por consiguiente, fuente de gozo. No es que Jesús re­pruebe el ayuno, sino que defiende y explica el proce­der de los discípulos, como diciendo: ¿qué van a ha­cer?, están celebrando la alegría de la salvación, que es la presencia de Jesús ¡No es posible la tristeza!
            Todo está indicando que la presencia física, histórica, de Jesús significó para los discípulos y otros que disfrutaron de ella alegría y liberación.

miércoles, 30 de enero de 2013

Cristo sufriente - II


 Aquel día, partiendo del lago, fue Jesús subiendo ha­cia el monte, rodeado de gente sin prestigio, ex presidiarios, vagabundos, inválidos, mujeres de vida dudo­sa; en suma, la resaca que deja a su paso el río de la vida. Se encumbró sobre un altozano y soltó al viento el nuevo código de la felicidad.
            Les dijo a sus oyentes que los que nada tienen lo tendrían todo. Que los que con lágrimas se acuestan serán visitados por la consolación. Que se están prepa­rando banquetes, hartura y regalías para los que ahora pasan hambre. Que deben sentirse felices los que reci­bieron heridas por causa de la justicia, porque esas he­ridas brillarán como estrellas. Que los que, piedra a piedra, levantaron el edificio de la paz serán corona­dos con el título de hijos de Dios. Que las lágrimas se­rán enjugadas y los lamentos se trocarán en danza y júbilo. Que nadie debe tener miedo: cualquiera puede asesinar el cuerpo, pero ni con la punta de lanza toca­rán el alma, porque está asegurada en las manos del Padre. ¡Alegría y albricias para quienes han sido enlo­dados por la calumnia y la mentira!, porque la misma suerte corrieron los profetas; y, además, les está reser­vada una recompensa que sobrepasa toda imaginación.
            Una ciudad de luz, levantada sobre la cumbre de la montaña, es visible desde todos los ángulos de la comarca. Eso serán los discípulos en medio del mundo: una montaña de luz. ¡Qué insípida es la comida sin sal! Pero ellos serán la sal que condimentará el banquete de la humanidad.
            Una vez, un hombre, al internarse en la montaña, se encontró con una mina de oro. Fue tanta su alegría que, corriendo, volvió a su casa, vendió cuanto poseía y compró aquel terreno. Lo mismo le sucedió a aquel mercader experto en piedras preciosas: al pasar por un mercado, dio con una perla muy fina. Emocionado, regresó a su casa y vendió sus pertenencias para com­prarla. Así es el Reino.
            El grano de mostaza es una simiente realmente dimi­nuta, apenas visible. La siembran, nace y se va levantando hasta transformarse en el más tupido de los ar­bustos, donde las aves ponen holgadamente sus nidos. Salió el sembrador, y arrojó un puñado de granos de trigo en la tierra; llegado el verano, los encontró trans­formados en doradas espigas. Así es la Palabra.
            Felices los hijos que tienen una madre solícita, pero mucho más los que escuchan la Palabra y la ponen en obra. El Reino es un vino nuevo y ardiente, un fino tejido recién salido del telar.
            Tienen motivos para estar felices y alegres, porque hasta las serpientes y demonios se han sujetado a su voluntad. Pero eso no es nada; hay otro motivo de ale­gría mucho mayor: sus nombres están escritos en el corazón de mi Padre. ¡Enhorabuena!

* * *

            El Sermón de la Montaña podría sonar a ingenui­dad, alienación y hasta a cierta cruel ironía si lo sacamos de su contexto. Decir que son felices los indigen­tes, los calumniados y los encadenados seria algo francamente inaudito, hasta el sarcasmo, a no ser que haya un nuevo contexto que saque todos los valores de su quicio. Y ese contexto existe, es el amor gratuito y eterno del Padre, que se da de manera especial a los que nada tienen: ya que nada tienen, el cuidado amo­roso y preferente del Padre será su compensación, que les proporcionará una alegría tal que nunca podrían al­canzar con todas las riquezas de la tierra. Este es el contexto.
            De aquí parte precisamente la opción preferencial por los pobres.

martes, 29 de enero de 2013

Cristo sufriente - I


            Un himno a la alegría

            La profundidad, he ahí la cuestión. Donde hay pro­fundidad, hay vida. Donde hay vida, allí está el hombre. Y donde está el hombre, allí están conjuntamente la alegría y el dolor.            Desde la profundidad saltan, como vivos resortes, los grandes surtidores; y tanto más arriba llegarán cuanto más hondo sea el subsuelo de donde brotaron.             El dolor y la alegría tienen un mismo calado. Calado es la profundidad a donde llega la quilla de un navío, en relación y a partir de la línea de flotación. La hon­dura que alcanza el gozo, alcanza también el dolor. Tanto se sufre cuanto se goza, y viceversa.

* * *

            Jesús fue el varón de dolores porque había sido un pozo de alegría, en la misma medida. Y pudo liberar­nos del dolor porque había habitado anteriormente en la región del dolor y lo conocía por experiencia.
            El Evangelio es una buena nueva, una alegre noticia. Las raíces están siempre en la profundidad; y cuan­do ellas están sanas y empapadas en la tierra húmeda, hasta la copa más encumbrada se la ve vestida de un fresco verdor. Si los manantiales son hondos y puros, toda el agua que brota de ellos es pureza y frescura.
            Esta es la explicación de por qué el Evangelio es un himno a la alegría. Todo brota de la profundidad hu­mana de Jesús; y esta región estaba habitada por la presencia amada del Abba, la paternidad acogedora de Dios.        Por eso, su fuente interior se llama gozo, paz.

            Desde esta vertiente brotaban las palabras y actitu­des de Jesús, y aquel estado de ánimo en que siempre lo contemplamos, nimbado de confianza y serenidad. Asimismo, desde estas mismas latitudes, pobladas por la presencia paterna, brotaba también aquella obedien­cia filial y aquella disponibilidad para con todos los huérfanos e indigentes de la Humanidad.
            En el trato personal de Jesús con Dios presentimos una carga infinita de ternura y proximidad. Suena una melodía inefable en esas expresiones que Jesús usaba normalmente: “Padre mío”, “mi Padre”; vibra un algo enteramente especial en esas palabras, un no sé qué de singular y único, cuajado de confianza, seguridad y alegría.
            Debido a esto, del corazón de Jesucristo brota un mensaje revestido de dicha; y tenemos la impresión de que Dios fuera como un inmenso seno materno que cálidamente envolviera a la humanidad toda; y a Jesús mismo lo sentimos cercado de llamas, frescas llamas de alegría.

            “La completa novedad y el carácter único de la invocación divina Abba en las oraciones de Jesús muestra que esta in­vocación expresa el meollo mismo de la relación de Jesús con Dios. Jesús habló con Dios como un niño habla con su pa­dre, lleno de confianza y seguro, al mismo tiempo que respe­tuoso y dispuesto a la obediencia”.
“En la invocación divina Abba se manifiesta el misterio supremo de la misión de Jesús. Jesús tenía conciencia de es­tar autorizado para comunicar la revelación de Dios, porque Dios se le había dado a conocer como Padre” (J.Jeremías).

lunes, 28 de enero de 2013

En lugar de otros - II


Como se puede apreciar, aquí está brotando el árbol de la solidaridad, el tejido interno del Cuerpo Místico, al que en la mente de Pablo le nacerán alas y adquirirá el desarrollo completo. Es un árbol extraño, casi diría­mos silvestre, y enteramente desconocido en otras re­ligiones.
            Al primer golpe de la sangre, el sentido común se revela y grita: es injusto; ¿por qué he de pagar yo los desvíos de los demás? Es que, escondida entre los plie­gues más arcanos del corazón, palpita una vocación de solidaridad, instintiva y connatural, para con la huma­nidad doliente y pecadora. Ampliaremos más adelante este concepto.
            Isaías fue el primero en entrar en esa zona, uno de los rincones más misteriosos del corazón humano, y señalar la función sustitutoria y solidaria del Señor a tra­vés de su martirio.

* * *

            Pero hay mucho más. Las ideas siguen avanzando audazmente, e internándose, paso a paso, en las plani­cies del Nuevo Testamento.
            Los sufrimientos del Siervo no sólo son solidarios y sustitutivos, sino que son causa de salvación para los demás. En el escenario del drama, el pueblo, siempre conmovido y reverente, y esta vez agradecido también, proclama: “El castigo para nuestra salvación cayó sobre él, y sus cicatrices nos curaron” (Is 53,10). Habría que estudiar el significado y alcance de esta salvación; pero, en todo caso, el concepto está afirmado nítidamente.
            Misteriosamente, el Siervo no acaba en la sepultura y en el olvido eterno, sino que hay una “resurrección”, descrita por el profeta con alto vuelo poético. En otras palabras, los sufrimientos han tenido también para el Siervo un significado y una eficacia salvífica. El Señor miró con cariño y agrado a “su triturado” (53,10). De­trás de su pasión y muerte se levantará para el Siervo una aurora en la que no habrá ocaso. Mucho más: cual nuevo Abrahán, será el primer eslabón de una cadena de generaciones (53,10).
            Y habrá una rehabilitación pública y solemne para el Siervo en el tribunal de la historia; y su trono se levantará en la cumbre de los tronos elevados (52,13). Así como muchos quedaron asombrados por la ruina y mi­seria del Siervo —estaba tan desfigurado que ni pare­cía hombre—, más asombrados quedarán ahora cuando los reyes enmudezcan ante él y vean cosas que nunca vieron y reconozcan hechos realmente inauditos (52,14-15).
            Y después de triunfar sobre los demás reyes y de capturar el botín, se sentará el Siervo entre los senado­res y príncipes de la tierra para repartir los despojos y dictar sentencia.
            Pero la rehabilitación alcanzará su cumbre más alta cuando el Señor proclame a los cuatro vientos el significado de la humillación de-su siervo: bajó, impotente y mudo, hasta el abismo de la muerte, porque estaba ex­piando los pecados ajenos e intercediendo por los re­beldes (53,12). La muerte es, para el Siervo, no sólo el tránsito hacia una vida nueva, sino también hacia el éxito de su misión.

* * *

            Esta panorámica, verdaderamente fantástica, ofrece al cristiano que sufre numerosos rumbos, respuestas, destellos de luz, pistas de orientación y, sobre todo, un sentido luminoso y trascendente a su diario sufrir. En cierto sentido, podemos afirmar que el dolor ha sido vencido o, al menos, ha perdido su más temible agui­jón, el sin sentido.
            En muchos aspectos podrá el cristiano doliente identificarse con el Siervo. Y no cabe duda de que este abrazo identificante le abrirá nuevos horizontes y le proporcionará aliento y consolación.

domingo, 27 de enero de 2013

En lugar de otros - I


El sufrimiento del Siervo nos hace pensar a veces en alguna enfermedad que hubiera asolado, triturado y deformado su figura. Apareció ante nosotros como una raíz raquítica. Alzamos la mirada, y, francamente, no se le podía mirar: el mal había arado los perfiles de su figura. Era de aquellos ante quienes uno instintivamen­te mira hacia otro lado o se cubre el rostro, no querién­dose acordar más (Is 53,2-4).
            También tenemos la impresión de que el Siervo ha sido sometido a un juicio sumario, o mejor, a un simu­lacro de proceso, y ejecutado. Lo ciñeron con el cintu­rón de la opresión y la ignominia, y él bajó la cabeza y no abrió la boca. Era como un manso cordero conduci­do al matadero; él no entendía nada, y ni siquiera se le escuchó una queja. Cayeron como lobos sobre él, lo apresaron y lo condujeron al tribunal. Y tras un juicio de comedia, lo arrojaron ignominiosamente al lugar de los muertos. Y a nadie le importó nada, nadie se pre­ocupó por él (Is 53,7-9).
            El Cuarto Canto parece un drama sacro, en el que actúan el narrador y el coro, es decir, el pueblo, que es espectador y partícipe del drama. Y el pueblo, a la ma­nera del coro griego, descorre la cortina y nos descubre el misterio central del drama, que es el siguiente.
            El sufrimiento del Siervo, a pesar de que, a primera vista, ha sido causado por los hombres, en último tér­mino, el causante es el mismo Dios. Así lo confiesa y proclama el pueblo, sobrecogido por la conmoción y el arrepentimiento, mientras va comentando en voz baja: “El Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes”  (53,6).
            Dios ha querido, pues, el martirio del Siervo. El Señor permite (¿conduce?) el desencadenamiento, aparentemente fortuito, de los acontecimientos, que a simple vista estén manejados por los hombres y a veces de manera inicua; pero más allá de la tramoya está el “plan de Dios” (53,10), que “prospera” mediante el sufrimiento del Siervo, sobrellevado por él con mansedum­bre y paz.
    Igual que el anuncio (y denuncia) de la Palabra, también el sufrimiento es parte constitutiva, por voluntad de Dios, de la misión salvífica y el destino del Siervo.
            Hay en el Cuarto Canto otro aspecto, hasta ahora iné­dito y sorpresivo, casi “revolucionario”, y digno de destacarse; es el siguiente: dejando aparte la voluntad del Señor que conduce el drama, el martirio del Siervo es consecuencia de los pecados ajenos. Efectivamente, el Siervo es víctima dé “nuestras demasías”; ha sido triturado, como uva en el lagar, “por nuestras aposta­sías”; el Señor mismo cargó sobre sus hombros “todos nuestros crímenes”; fue asaeteado y herido de muerte por los delitos de “su” pueblo (53,5.6.8). Fueron, pues, los excesos del pueblo los causantes de su martirio.
            Y con esta apreciación estamos ya en el umbral de otro concepto que tiene frontera común con el anterior:  el Siervo está sufriendo en vez de los demás. El, por su parte, es inocente y puro, como el lirio de los campos; no merece más que benevolencia y predilección. Pero por el designio del Señor, el Siervo ha ocupado el lugar de los pecadores y asumido el sufrimiento que, en jus­ticia, debería recaer sobre ellos. “Por sus suplicios, jus­tificará mi Siervo a muchos, y las culpas de ellos él las soportará” (53,11).
            Y con su martirio preserva a los otros del castigo que les correspondía. Como se ve, en el fondo palpita toda­vía la correlación entre pecado y sufrimiento de los amigos de Job.


sábado, 26 de enero de 2013

Luchador político - II

Cuando un sistema político afirma que quiere estar en bue¬na relación con la Iglesia, y cuando en el pueblo queda todavía mucho de religión, es profundamente peligroso enarbolar la bandera de la contestación, si el contestatario no se presenta como un creyente que es capaz de orar, y que, de hecho, reza tanto o más que el más fiero defensor del sistema establecido. Porque si el contestatario no es hombre de oración, se le acusa de revolucionario a secas, y se desestima sin más; su fin será la cárcel, como si se tratase de un proceso político cualquiera. Sin embargo, el testimonio desconcertante se produce cuando el contestatario es también un contemplativo. 
Porque enton¬ces todo el mundo intuye que él no pretende derrocar un sistema para levantar otro sistema. Es decir, su intención no es ‘formalmente’ política, porque está por encima de toda política y va más allá de todas las políticas de este mundo. Necesitamos urgentemente recuperar la oración. No por¬que estemos cansados de luchas y vayamos a ceder en nuestro propósito, sino porque queremos luchar de otra manera: des¬de el Evangelio y con el espíritu de Jesús. Para decirle al mundo que si luchamos no es porque hayamos cambiado al hombre por Cristo, sino porque amamos tanto al hombre que estamos persuadidos de que no lo podemos alcanzar plena¬mente sino a través de Cristo. y si es verdad que eso supondrá muchas veces enfrentamiento y contradicción, no es menos cierto que eso llevará consigo y exigirá, con el mismo derecho, oración, eucaristía y desierto. 
Cuando un cristiano reza mucho y se compromete poco, es una persona alienada por la piedad religiosa. Pero cuando se compromete mucho y no sabe rezar ni le queda tiempo para eso, entonces yo pregunto: ¿qué alternativa realmente cristia¬na ofrecemos los creyentes en cuanto a la manera de entender la vida, las cuestiones últimas de la existencia y la manera de situarse los hombres en la sociedad? Decididamente, si el testimonio de los cristianos no es tam¬bién testimonio de oración, poco tiene que decir este testimo¬nio al mundo. 
Es más, ¿no ha llegado ya la hora de decir a este mundo que el estilo nuestro es un estilo diferente, el estilo que procede de la plegaria y se expresa no sólo en el compromiso, sino, además, en la contemplación?” (J. M. Castillo, La alternativa cristiana, Sígueme, Salamanca 1980, 223-225).

viernes, 25 de enero de 2013

Luchador político - I


El Siervo sufre, en primer lugar, a causa de su men­saje profético. Es un fardo pesado el destino del profeta; la responsabilidad supera sus fuerzas. Dios le entrega las palabras que le arden como brasas en sus huesos; no puede dejar de proclamarlas, aun sabiendo que le van a acarrear la odiosidad, y que pronto va a sentir a su cos­tado la maquinaria de los poderosos, con intrigas, men­tiras y provocaciones.
            Ya en el Primer Canto, cuando el Señor hace la pre­sentación de su Siervo, nos entrega los primeros brochazos de su figura, características de personalidad que prefiguran al hombre nuevo del Sermón del Monte. Con ello ya se nos está indicando claramente que los carac­teres de esta lucha serán muy diversos de los de cual­quiera otra, social o política, y no menos eficaces. “He puesto mi espíritu sobre él. Dictará la ley a las naciones. No vociferará ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz. La caña quebrada no la partirá, ni apagará la mecha mortecina. No desmayará ni se quebrará has­ta implantar el derecho sobre la tierra” (Is 50,4-7).
            Pasaron ya muchos años en el fragor del combate por la justicia y por los derechos de Yahvé y los del pueblo.
            El Siervo evoca momentos dramáticos en que no de­jan de escucharse los ecos de las torturas, la música de los azotes y otros apremios para silenciar la voz del profeta. Vemos, por otra parte, cómo el Siervo combi­na y maneja admirablemente el binomio sagrado: con­templación y lucha. “El Señor me ha abierto el oído, y yo no me resistí ni me hice atrás. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba; no me cubrí el rostro ante los ultrajes y sali­vazos. El Señor me ayudaba, por eso no sentía los ul­trajes. Y por eso endurecí el rostro como pedernal, sa­biendo que no quedaría defraudado” (Is 50,4-7).

* * *

            Hombre de arcilla, después de todo, y frágil como toda carne humana, el Siervo sucumbe más de una vez ante la inutilidad y esterilidad de su lucha: los podero­sos parecen invencibles. El desaliento toma posesión de su alma, mientras contempla a los ricos cada día más ricos, y a los pobres cada vez más humillados, a los instalados cada vez más sólidos y prepotentes en sus sitiales, mientras los marginados se pierden, cada vez más alejados, en el silencio y el olvido. “Mientras yo pensaba: en vano me he fatigado; en viento y en nada he malgastado mis fuerzas” (Is 49,4).

* * *

Es éste un momento peligroso para el profeta. Si no se refugia en la soledad para estar con el Señor y así templar su ánimo, los poderosos pronto acabarán por derribar a hachazos la fortaleza del profeta. Tenemos que pensar en Elías perseguido (1 Re 18,10), en el abo­feteado Miqueas (1 Re 22,24), en el burlado Isaías (Is 28,7-13), en el ajusticiado Urias (Jer 26,20-23), en la multiforme pasión de Jeremías (Jer 19,1-20; 26; 28; 29; 34,1-7).

“Lo que más irrita a la policía es un cristiano revoluciona­rio que sigue rezando en serio. Y lo que más alegría le propor­ciona es que el cristiano revolucionario deje de creer o, al menos, de rezar” (J.M.González Ruiz).

Cuando un cristiano deja de rezar, su compromiso no pasa de ser el compromiso de un luchador más en la línea de lo político. Y con ese tipo de luchadores, la policía de los opreso­res ya sabe cómo se tiene que desenvolver; porque sus armas y procedimientos son perfectamente controlables. Lo malo para las fuerzas de opresión es cuando se las tienen que ver con un cristiano a fondo, con un hombre de fe hasta el tuétano de su vida, con un contemplativo y con un místico. Porque lo más seguro es que, en tal caso, la policía tenga la impre­sión de que se enfrenta a un enemigo original y desconcer­tantemente distinto a todos los demás. Es posible, incluso, que la policía tenga la impresión que tuvieron los enemigos de Pablo y los mismos enemigos de Jesús.

jueves, 24 de enero de 2013

El odio y los resentimientos no pueden disolverse con la simple voluntad

Las emociones negativas como el odio y los resentimientos son sensaciones que se van acumulando en lo profundo de la mente inconsciente o mente subconsciente, por lo tanto, no es aconsejable dejarlas de lado, como si fueran cosas sin importancia a las que se puede ignorar impunemente sin pagar precio alguno en el futuro.

El odio y los resentimientos son emociones acumulativas que tienen que ver con experiencias dolorosas de rechazos continuados producidos en primer lugar en el ámbito familiar pues es en el mundo familiar donde se van produciendo toda clase de experiencias dolorosas que después se las lleva en el corazón a dondequiera que uno vaya.

Las personas con mentalidad negativa de la propia familia son las principales causantes y productoras de odio y resentimiento personal, pues, por sus actitudes y modos de ser negativos, van diseminando toda clase de acciones verbales y no verbales que producen dolor emocional y resentimientos profundos.

Como no nos es posible cambiar a este tipo de personas, debemos tomar conciencia del propio odio -si es que lo tenemos- y de los resentimientos acumulados que se hayan producido en nuestro interior; es importante autoexplorar los propios sentimientos y no negarlos ni encubrirlos pues estas emociones son un verdadero veneno para el alma, para el organismo y para las relaciones de pareja y del hogar.

La herramienta más simple para disolver el odio y los resentimientos es la escritura de afirmaciones instructivas; las afirmaciones instructivas son pensamientos positivos que no niegan los sentimientos pero que instruyen una función de disolución. La herramienta maestra es la regresión de descargas continuadas que extrae del inconsciente todo ese material por completo y sin necesidad siquiera de pensar o de analizar.

Para que nuestro amable lector y nuestra fiel lectora se forme una idea más clara de la idea, voy a dar un ejemplo de afirmación desintegradora: “Todo el enorme odio que siento por la familia de “x”(su pareja), se va a disolver por completo”.

Al escribir cincuenta veces la afirmación del ejemplo, podemos ir borrando toda clase de actos y acciones indignas que haya sufrido por parte de la familia de “x”, puesto que cuando uno vive más de cerca con este tipo de personas, llega a conocer más sus defectos que sus cualidades, con todo, las afirmaciones instructivas tienen tal poder que puede borrar todo el veneno que le hayan inoculado durante toda la vida que tuvo que compartir con dicha familia.

Con el poder de las afirmaciones instructivas, también puede borrar odios y resentimientos que tenga hacia personas específicas: ”Todo el odio que le he llegado a tener a “x” y el resentimiento que me causa todos los días, van a disolverse por completo”.

La escritura debe llegar a convertirse en parte de sus ejercicios mentales diarios para que usted viva configurando su destino, sus estados mentales, relacionales y los resultados que quiera obtener en la vida.

Afirmación del día:”Puedo borrar toda emoción venenosa que me hayan inoculado otras personas y volver a recuperar toda mi alegría de vivir y de triunfar”.

Palabras del autor:”Todos necesitamos alguna forma de terapia que desintegre nuestras emociones negativas existentes en el reino de lo inconsciente”.

Cuarzos y cristales, su armonía y ayuda

Los cristales o cuarzos son muy efectivos y populares ya que todo el mundo responde emocionalmente a los colores y la belleza natural de los objetos en general. Estas piedras son muy hermosas. Ellas vienen de la naturaleza y son siempre bien recibidas por casi todas las personas en general. Los cristales nos ayudan mucho con su vibración protectora.

Cuando introduces una piedra de cuarzo en tu vida, las buenas vibraciones vienen de parte de la energía de ésta y de tu forma de corresponder a la vibración emocional y positiva que ella irradia así como de la fuerza de su forma y su belleza natural.

Las piedras nos traen abundancia, paz y armonía. Los cristales nos protegen de las energías negativas y de las radiaciones electromagnéticas que tanto tenemos hoy día en nuestros hogares. Todos buscamos vivir en un lugar donde nos sintamos protegidos, a gusto y en armonía. Hoy día llenamos nuestras casas de artefactos electromagnéticos como la computadora, los celulares, máquinas de imprimir, etc. Estos nos roban parte de nuestra energía física y nos llenan de estrés y malestares de salud.

Los cuarzos encantarán tu hogar con belleza, mucho colorido y una vibración energizante y/o relajante, dependiendo de la piedra.

En la casa puedes utilizar una Amatista o alguna otra piedra grande que te imante como en mi caso es la Citrina, y colocarla en la entrada de la casa como protección.

En la oficina coloca un cristal de Fluorita encima de tu computadora para la protejas de la contaminación electromagnética.

También puedes poner un cristal de cuarzo claro en forma de Cluster o Geode, encima de tu escritorio para evadir la electricidad estática.

Si pones un cristal de cuarzo ahumando encima del escritorio, evitará que tomes las energías o estrés de otras personas.

El cuarzo rosado es bueno para armonizar cualquier discordia o diferencia entre los ocupantes de la casa. También es uno de los más populares y más usados. Este cuarzo lo puedes introducir en el cuarto en forma de corazón para buscar tu alma gemela.

Utiliza la Citrina para la abundancia y el bienestar total de todos los ocupantes de la casa.

La turmalina es muy poderosa y efectiva contra la negatividad. La Venturina es buena para la salud y atraer el dinero� El Ámbar ayuda con la depresión. El Ojo de Tigre para balancear las emociones y calmar los pensamientos.

Lapislázuli para una noche tranquila y serena durante el sueño. Los cuarzos también te ayudan a balancear los chakras de tu cuerpo.

Así como estos ejemplos hay muchas piedras más que pueden armonizar y embellecer tu hogar.

Siempre es bueno lavar nuestras piedras y cristales antes de introducirlos en nuestro ambiente.

Ellos recogen y despiden energía así que no te olvides de energizarlas de estas manera:

. Debemos entablar una comunicación, hablarles, limpiarlos con agua fresca y sal de mar o agua de la playa, si es factible y darles la bienvenida.

. Ponlos en un recipiente de cristal o barro, activa el agua con la energía de las manos. Enseguida, colócalos afuera, donde le dé la luz de la noche, el sereno, la luna y la energía del sol los toque. Si se tiene un patio, lo ponemos en el centro del mismo y lo dejamos ahí toda la noche.

. Al mediodía del siguiente día ya los pueden sacar. Toma el recipiente con el agua y vacíalo al tiempo que le das gracias por la limpieza y la energización.

. Ahora el cristal ya estará libre de cualquier energía ajena a él y podremos programarlo para la necesidad que tengamos.

Los cristales deben tener su propio sitio, uno que sea seguro, donde nadie los toque. Lo mejor sería llevarlo colgado de una cadena en nuestro cuello. También los podemos llevar en bolsitas de tela. Es importante que la bolsa no sea de plástico o papel.

Deja que tu corazón e intuición te guíen y te digan dónde colocarlos.

Ahora a disfrutar de estas piedras tanto en tu cuerpo como en tu hogar. Una casa con cristales es una casa vibrante y feliz.

El Siervo doliente


Pudo haber nacido sobre la roca del Gólgota o sobre la cima de las Bienaventuranzas. Puso miel donde había hiel, y tenía su cuerpo cubierto de rojas amapolas. Dobló la mano a las fuerzas salvajes que siembran vientos de guerra, y encadenó el odio a la argolla de la mansedumbre para siempre. Se fue por los mercados y plazas recogiendo los gritos para tejer con ellos un himno de silencio. Fue grande en la debilidad y abrió para la humanidad senderos inéditos de paz que nunca se olvidarán.

            Figura enigmática y cautivadora esta del Siervo de Yahvé. Si no estuviéramos tan familiarizados con el Cuarto Canto (Isaías, 53), se nos haría asombrosa y casi incomprensible, en el contexto del Antiguo Testamento, esa figura del justo sufriente, portador de todas las llagas humanas. Leyendo el relato de la Pasión, te­nemos la impresión de que estamos siguiendo, paso a paso, la narración del Cuarto Canto.

            Existen interpretaciones en el sentido de que el Sier­vo sería una personificación del Israel doliente, cautivo en Babilonia. Según otros, el Siervo designaría al mis­mo profeta que escribe, ex’iliado también, junto a los ríos de Babilonia.

            Dejemos aparte tales interpretaciones, y pregunté-monos por la misión del Siervo y por el sentido de su sufrimiento, porque nos puede abrir perspectivas lumi­nosas para el cristiano que sufre.

miércoles, 23 de enero de 2013

7 ‘chakras’ son puertas para que entre la energía

on puntos de luz. Buscando captar vitalidad, encontramos que, trabajando nuestros ‘chakras’, podemos captar fuerza y vigor del universo. Solo dejando abiertas estas puertas que nos conectan a mares de energía.

Mónica Fuertes
El Deber

Alineados de forma vertical en el cuerpo humano, los ‘chakras’ están definidos como centros de energía inconmensurable, es decir, que no se puede medir. Desde el punto de vista filosófico, religioso y esotérico se afirma que tenemos siete ‘chakras’, a través de los cuales captamos fuerza del universo.

¿Qué son precisamente?
La terapeuta Patricia Daza, del centro Amaya, define los ‘chakras’ como vórtices que permiten la recepción de energía permanente a nuestro organismo. El cuerpo humano está lleno de puntos de vitalidad que forman un sistema muy parecido al de la circulación de la sangre o al sistema nervioso. Tenemos siete chakras principales y otros que son secundarios.

Cada uno de estos torbellinos gira intercambiando poder con el universo o con el campo energético universal. Son parte del campo energético humano. Este rodea el cuerpo físico y penetra en él. Los chakras, mayores, menores, inferiores y los puntos de acupuntura, son aberturas, son como esponjas en el mar de la energía.



Tienen funciones propias
Los chakras no son físicos. Son aspectos de nuestra conciencia, como las auras. Cada chakra puede asociarse a partes y funciones concretas del cuerpo controladas por el plexo o por la glándula endocrina asociada a dicho vórtice.




¿Cuál es la función principal de los chakras?
Son tres: primero revitalizar el cuerpo físico; segundo, provocar el desarrollo de los distintos aspectos de la autoconsciencia. Cada chakra se relaciona con una función psicológica distinta. Y tercero, transmitir energía entre nuestros cuerpos energéticos. El chakra normal gira en el sentido de las manecillas del reloj, al contrario se considera ‘cerrado’.






Identifica cada chakra y poténcialo para mejorar

Son como petalos que salen de nosotros

Lo mejor de comprender y de identificar cada chakra y su resonancia es que, al potenciarlo o moderarlo, podemos transformar nuestras vidas

Están ubicados de manera ascendente
Son un mapa de nuestro ser corporal y metafísico. Se representan como flores de loto y reflejan salud, bienestar, relaciones satisfactorias, voluntad y decisión, creatividad, capacidad de disfrute y conexión con el universo, entre otros aspectos.

1. Chakra basal o raíz. Función: la supervivencia. Da paz, firmeza, tranquilidad y estabilidad. Para equilibrarlo: zapateo, saltos conscientes, correr, descansar, dormir, comer frutas y rodearse de rojo.

2. Chakra sexual. Se relaciona con la calidad de amor hacia el sexo opuesto, cuando está abierto facilita el dar y recibir placer sexual. Darse y dar masajes, nadar, baños termales. Tomar líquidos, comer y vestir anaranjado.

3. Chakra del poder. Se relaciona con nuestra raíz en el universo y en nuestra vida emocional. Para equilibrarlo: correr, la postura del arco, tomar sol, abdominales. El consumo de harinas, alimentos y vestidos amarillos.

4. Chakra del corazón. Por aquí amamos, nos conectamos con todo lo que existe. Sánalo con abrazos, postura de la cobra en yoga, comer alimentos rosados y verdes, vestir de rosa y verde, y rodearse de los colores rosa y verde.

5. Chacra laríngeo. Se relaciona con la expresión y comunicación personal, responsabilidad y las necesidades propias. Sánalo con medio giro de cabeza, relajación de cuello, mantras, canto en general, gritos y suspiros. Come muchas frutas. Vístete de azul.

6. Chakra del tercer ojo. Se relaciona con la capacidad de visualizar y de entender conceptos mentales y práctica de ideas creativas. Haz parpadeos, giro de ojos, mira una mandala. Utiliza violeta y come violeta.

7. Chakra corona. Este chakra nos conecta con nuestra espiritualidad y con todo nuestro ser en lo físico, emocional, mental y espiritual. Si no está bien, nos desconecta de Dios y de todo. Se sugiere meditar, orar y rodearnos del color blanco.

Lo lindo que nos rodea es parte de la terapia. Los aromas, los sonidos, los colores y las piedras preciosas pueden ser acompañantes de gran ayuda en nuestro camino hacia la apertura y armonización de los chakras.





Chakra significa ‘rueda’. La energía al girar se parece a una.




Yo opino

La rutina mata. Trabajar los chakras te ayuda a vivir.
Majosé Álvarez G.
Autora de : Chakras. El viaje del Héroe

Contra el estrés
Es muy fácil perder el equilibrio si se tiene una vida llena de estrés, sin tiempo para ti. Un trabajo aburrido y agotador. con poco descanso es un coctel perfecto para que la mayoría de tus chakras estén debilitados y en desequilibrio.


Dinero y poder ¿y el amor?

El que tenga el dinero podrá usarlo para someter al otro”, dijo un terapeuta. Y esa frase se aplica a todo. En la pareja, la disputa comenzó cuando la mujer llevó dinero a la casa, ocasionando la formación de dos bandos de féminas en conflicto. Las que trabajan, que tienen una actitud más desprendida y quieren hacer planes conjuntos, y mujeres que dependen del marido, cuya situación es más problemática.

¿El mundo es mejor con las mujeres trabajando? Sí. Pero nos queda aceptar conscientemente la importancia del manejo común del dinero. Todavía prima la herencia, pero nosotras priorizamos ‘el plan’, que nos brinde seguridad y proyección a futuro para todos, sea cual fuere el modelo.

Chicas ¡pilas! No hagamos de la plata un obstáculo para vivir en armonía. Es estratégico para la realización familiar, pero también tiene su lado oscuro, vinculado a cosas que nunca decimos.

Economía conjunta o separada, pero con un propósito para dos, mucha sinceridad, respeto y amor, garantizarán que el dinero no exceda su valor ni se convierta en un factor de poder y de sometimiento. Solo así lograremos hablar de plata, no solo para ver cómo sobrevivimos al mes, sino para conversar qué hacemos con el excedente.

Quejas y preguntas - II


Una reciprocidad benevolente.
Pero nace en el pueblo, y comienza a correr la sospe­cha de que la vida recta de Job es interesada. ¿Bendeci­ría Job a Dios si El lo desnudara de sus riquezas? Y el varón justo es sometido a prueba.
Comenzando por la periferia, se inicia en torno a su persona, paso a paso, un progresivo e implacable des­pojamiento: caen los golpes primeramente sobre sus campos y rebaños. Job no se inmuta y sigue bendicien­do a Dios. Avanzando hacia el centro y estrechándose el cerco, caen sablazos a diestra y siniestra, hiriendo a sus criados, hijos, hijas, esposa. Job se mantiene ínte­gro. Se comenta en el pueblo: no se quiebra porque se ha respetado su persona; veremos qué pasa el día que toquen su piel.
En un asalto nocturno y final, la enfermedad aborda, finalmente, el corazón de la fortaleza: la lepra acaba por transformar al pobre Job en un muladar de basura. Herido de muerte, rodeado de silencio y soledad, el varón justo se debate en una agonía que, además de cruel, es injusta. Era demasiado. Transpuestos todos los límites de la resistencia humana, Job estaba, final­mente, en una serie de imprecaciones contra la vida misma y de quejas y preguntas a Dios.

* * *

            Se le aproximan unos amigos para consolarlo; y tra­tan de hacerlo filosofando. Es un intento de justificar el sufrimiento. Vienen a decir: en el correcto funciona­miento de la ley moral, a una vida recta debe corres­ponder una remuneración; y a la transgresión de la ley, un castigo. Decían: “Los que aran la iniquidad y siem­bran la desventura, la cosechan”. Al pecado correspon­de, pues, el castigo del sufrimiento.
            Como se ve, se trata de una transposición mitigada del ojo por ojo y diente por diente, instinto humano grabado a fuego en las entrañas de la humanidad, y supe­rado en la montaña de las Bienaventuranzas.
            Impresiona el constatar que, a pesar de tantos siglos de cristianismo, las gentes, casi unánimemente, aún hoy día, reaccionan ante el dolor igual que los amigos de Job: ¿qué le he hecho yo a Dios para que me castigue de esta manera? Es difícil, casi imposible, hacerles descartar la idea de castigo cuando son víctimas de una desgracia.

* * *

            Las explicaciones de los amigos, en lugar de aliviar a Job, lo hunden en el supremo desconcierto: el absurdo.             Si el obrar el bien tiene que ser premiado y la trans­gresión castigada, resulta que Dios ha entrado en contradicción al inundar de calamidades a un santo varón. Es injusto.
            A estas alturas, el sufrimiento de Job no es la des­trucción de sus rebaños, ni la muerte de todos sus familiares, ni siquiera la enfermedad, sino el absurdo; mejor, la perplejidad al intentar explicarse la injusticia de Dios, a quien Job acusa de abusos de poder y de contradecirse a sí mismo, destruyendo su propia obra. En este momento, el sufrimiento toca fondo, y la nave hace agua por todas partes. Estamos ante el mal ‘‘teológico’’.

            Enmarañado, sin posible salida y sin saber qué res­ponder a los amigos, el santo varón remite a Dios el cuestionamiento, y lo desafía a esclarecer el enigma.
            Y Dios habla, pero no acepta las acusaciones ni res­ponde a las preguntas, sino que, tomando la iniciativa, contraataca, a su vez, con nuevas preguntas. Con esta inesperada “salida” de Dios se van a pique todos los principios de los amigos en los que Job ya estaba en­redado: pecado-sufrimiento, buena conducta-recom­pensa.
            Y no es que con esta dialéctica Dios intente eludir las preguntas, sino que utiliza una original pedagogía: saca a flote al pobre hombre de la falacia en que sus amigos lo habían sumergido, lo levanta por encima de las reacciones humanas, le describe los prodigios y ma­ravillas de la creación, obra de poder y de amor, y vie­ne a decirle que, pase lo que pase, en ese esplendor El está presente, cuida y ama al hombre, y que, en fin, a Dios no se llega entendiendo, sino adorando, y que cuando se adora todos los enigmas quedan esclarecidos.
            Y en una conmovedora reacción final, Job ya no re­clama más por sus desgracias, ni formula preguntas, ni defiende su inocencia, sino que queda en silencio, do­bla las rodillas y se postra en el suelo hasta tocar su frente con el polvo y adora:

“Sé que eres poderoso, ningún proyecto te es irrealizable. He hablado como un hombre ignorante
de maravillas que me superan y que ignoro. Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos. Por eso retracto mis palabras, me arrepiento en el polvo y la ceniza”
(Job 42,1-6)

            Está claro: adorando, todo se entiende. Cuando las rodillas se doblan, el corazón se inclina, la mente se calla ante enigmas que nos sobrepasan definitivamente, entonces las rebeldías se las lleva el viento, las angus­tias se evaporan y la paz llena todos los espacios.
            Es verdad, será difícil hallar otra terapia tan libera­dora como la adoración para sobrellevar con serenidad y altura las contrariedades y golpes de la vida. Pero ello, naturalmente, presupone una vida auténtica de fe.

Aprenda a programarse para ser el mejor en sus estudios

*El estudio es como una varita mágica que permite transformar a un ser humano con limitaciones y defectos en una persona maravillosa, con oficio claro o profesión eficaz, que le otorga valor y poder para vivir una vida con una increíble seguridad en sí mismo y con el poder de dar paz y felicidad a los seres que le rodean.

*Cuando pensamos que el estudio es un fastidio y una molestia, dejamos de percibir la cantidad enorme de beneficios que otorga el estudio a la persona y a la sociedad en general.

*Todo cambio en la propia actitud, comienza con un proceso de darse cuenta y de ver, con los ojos de la imaginación creadora, el largo plazo de las decisiones que podamos tomar en tiempo presente; quien decide tomar en serio el estudio y luego aprender a estudiar con agrado, se pone en condiciones de lograr todo cuanto se proponga en la vida.

*Cuando pensamos que los papás son personas molestas, anticuadas e ignorantes, caemos en el más tonto de los errores. Los papás son seres que actúan como ángeles o guías espirituales cuyo amor está destinado a ayudarnos a que logremos nuestra propia realización personal y lo menos que podemos hacer por ellos es respetarlos y asumir la responsabilidad de

convertirnos en personas exitosas en todo, para el caso, en los estudios y en nuestra vida personal.

*Para tener éxito en los estudios, es necesario tomar conciencia de todos los recursos que tenemos. Para conseguirlo, podemos comenzar por hacer una lista de dichos recursos: nuestra salud, nuestra poderosa voluntad, nuestra conciencia en la cual somos infinitamente buenos, nuestros padres, nuestros hermanos, y, sobre todo, el deseo de ser lo mejor que podamos.

*Para poner en práctica su intención de convertirse en el mejor en sus estudios, comience por redactar un plan para realizar todas las acciones para que su proceso de estudio sea algo sistemático y placentero; luego de hacer su plan ordene todo su material de estudio, limpie y asee su habitación y, finalmente, inicie su actividad de aprendizaje y aprenda con agrado, memorice bien lo que estudie y tenga el placer de dominar todo lo que aprenda, los resultados y logros le causarán una maravillosa sensación de saber que está en camino de convertirse en el mejor, cuando lo haga se sorprenderá del tremendo poder que había tenido usted cuando decide convertirse en una persona con buena voluntad y con actitud amorosa y agradecida hacia sus padres y hacia todas las personas que conforman su familia y su mundo personal.

*Para finalizar, debemos recordar que la calidad de los estudiantes, determina la calidad de un país, con estudiantes capaces de decirle no a cualquier forma de vicio y sí a la alegría de vivir y estudiar con calidad

y con excelencia.

La vida de todos, de alguna forma, de alguna manera, indudablemente mejorará. Nos vemos en el artículo de mañana.

*Atención:”Los programas de cambio y mejoramiento del carácter de 21 días pueden modificar muchos hábitos negativos y autodestructivos y crear hábitos de autogobierno personal persistentes”.

*Pensamiento para reflexionar:”Es más fácil de lo que parece y sólo debe preguntar”.

*Nota importante: Se puede aprender a programar la armonía en el hogar.

*Si desea tener una conversación con el autor o una consulta acerca de cualquier problema, llame a los teléfonos del encabezado (2488284 � 72513317), los problemas sólo se resuelven cuando se los afronta con seguridad.

Dan psicoterapia vía on-line

Se trata de un programa de radio web y es conducido por una psicóloga.

Chistes, canciones, consejos y charlas sobre temas como ¿por qué las mujeres aman demasiado? son las propuestas que lanza la psicóloga terapeuta Katia Oporto, quien, a través de su programa vía on-line elcuartodekatia.com, da consejos y aborda problemáticas de carácter emocional.
Segmentos e interacción con el público. La iniciativa, disponible en la web desde hace ocho meses y que dura una hora, tiene segmentos como: Psicóloga y humana, Radio web, El cuarto de Katia, Quererse más, Amorología, Sexo con y sin amor, Salud mental, Películas psicológicas, Videos prohibidos, Adictos y Juegos psicológicos, los cuales, a la fecha, tienen gran acogida entre los visitantes, según Oporto.
Para la psicóloga, la idea de un espacio con estas características nace de las experiencias y casos que escuchó cuando trabajaba como docente y psicóloga en cárceles y centros infantiles, hace 10 años. “Muchas personas tienen miedo de contar sus problemas, hablar con la gente. Entonces nace El cuarto de Katia, un espacio propio de cada persona”, detalla.
Según la conductora, la idea de abrir un espacio vía online, se basa en que a partir de esta herramienta se puede llegar a miles de jóvenes, quienes necesitan decir algo y también recibir consejos.
A través del portal, los visitantes pueden sugerir temas. Asimismo, otros psicólogos pueden brindar asistencia y, al mismo tiempo, abordar otras
problemáticas.
También existe la opción de sugerir canciones y videos una vez por semana. “Lo bueno es que la gente no espera un horario para escucharnos, sino que puede hacerlo a cualquier hora del día y escribir de manera pública o a través de un inbox”, explica Oporto.

Consultorio terapia

La página es visitada por gente de 14 a 60 años de edad. El espacio es usado estrictamente para orientar, pero además es una sana y práctica diversión.

martes, 22 de enero de 2013

La felicidad se basa en el deseo y no en la posesión material

La felicidad es deseo, no posesión material, o sea, querer algo es mejor que tenerlo, según una reciente investigación científica difundida en Journal of Consumer Research. La felicidad ha sido desde hace siglos motivo de preocupación de filósofos, psicólogos, sociólogos y antropólogos, tanto en Occidente como en Oriente.

Para Aristóteles, por ejemplo, la felicidad consistía en la autorrealización dentro de un colectivo humano, adquirida mediante el ejercicio de la virtud. En Oriente, en tanto, la felicidad surge de un estado de armonía.

Como estos dos ejemplos, diversas escuelas y tendencias tienen una respuesta propia a la pregunta: “¿qué es la felicidad?”, pero el estudio publicado ahora en Journal of Consumer Research encara la relación deseo de un objeto y adquisición de éste.

Según esa publicación, desear mucho algo “carga” de expectativas a las personas, lo cual comporta una ráfaga de optimismo y una explosión de alegría al pensar en la posesión futura.

Pero luego, cuando ya se obtuvo el objeto ambicionado, la persona sufre una “caída del placer”, es decir, toda la felicidad que se había experimentado con el deseo se desploma con su realización, explicó Marsha Richins de la University of Missouri.

La experta estaba interesada en profundizar el concepto de que la búsqueda espasmódica de la felicidad es lo que principalmente impide ser felices.

Materialismo

Richins trató pues de experimentar sobre el tema relativo al materialismo y al consumismo tan en boga en la actualidad. Para ello involucró a un grupo de personas y “midió” su nivel individual de materialismo. Luego examinó el estado de ánimo que presentaban antes y después de haber comprado algo importante y que habían ambicionado mucho.

De esta investigación surgió que tenía poca relevancia el tipo de compra realizada por los sujetos. Los estados de ánimo antes de la compra eran en todos los casos de expectativa, de felicidad, de optimismo.

A ellos se sumaba la confianza en creer que la adquisición iba a mejorar la vida, cambiándola en mucho. Pero estos sentimientos decaían prácticamente de inmediato a la compra. En consecuencia, al menos en relación a los bienes materiales, la felicidad radica en la espera y en las expectativas relacionadas a un deseo de compra, no en realizarla.

Quejas y preguntas - I


Antes de retornar a la tierra de libertad donde nos hemos propuesto instalarnos —el sentido salvífico del sufrimiento—, nos disponemos a llevar a cabo una pe­regrinación por los montes escarpados de la Biblia.
            Es la Biblia un territorio cruzado por contrastes: vida y muerte, lamentación y exaltación recorren sus rutas, a veces alternadamente, con frecuencia en confu­so tropel. Podemos agregar más: ningún otro libro sa­grado está tan marcado por la Biblia por las cicatrices de un sufrimiento multiforme, silencioso a veces, y ge­neralmente quejumbroso. A cualquier hora, en cual­quier rincón, resuenan agrios y amargos, los por qué, para qué, hasta cuándo. ¿Rebeldía? ¿Simple lamenta­ción?
            Cruzan sus páginas varias figuras dolientes, casi pa­téticas; y por medio de ellas, el libro aborda el misterio del dolor, sin solucionarlo satisfactoriamente, aunque nos ofrece vislumbres de solución; al final, la Cruz nos dará la solución completa.

* * *

            Job, sea una personalidad histórica, legendaria o una figura literaria, es el arquetipo que nos presenta la Biblia del varón justo visitado y doblegado por la des­gracia.
            De entrada1 encontramos a Job nadando en riquezas y con una excelente imagen social: un varón justo. Este prestigio se debía en parte a que Job poseía riquezas, y éstas eran consideradas como una señal de la predilec­ción divina: por ser justo, Dios lo colma de bienes, y por nadar en la abundancia, Job bendice a Dios.       Una reciprocidad benevolente.
            Pero nace en el pueblo, y comienza a correr la sospe­cha de que la vida recta de Job es interesada. ¿Bendeci­ría Job a Dios si El lo desnudara de sus riquezas? Y el varón justo es sometido a prueba.
            Comenzando por la periferia, se inicia en torno a su persona, paso a paso, un progresivo e implacable despojamiento: caen los golpes primeramente sobre sus campos y rebaños. Job no se inmuta y sigue bendicien­do a Dios. Avanzando hacia el centro y estrechándose el cerco, caen sablazos a diestra y siniestra, hiriendo a sus criados, hijos, hijas, esposa. Job se mantiene ínte­gro. Se comenta en el pueblo: no se quiebra porque se ha respetado su persona; veremos qué pasa el día que toquen su piel.
            En un asalto nocturno y final, la enfermedad aborda, finalmente, el corazón de la fortaleza: la lepra acaba por transformar al pobre Job en un muladar de basura. Herido de muerte, rodeado de silencio y soledad, el varón justo se debate en una agonía que, además de cruel, es injusta. Era demasiado. Transpuestos todos los límites de la resistencia humana, Job estaba, final­mente, en una serie de imprecaciones contra la vida misma y de quejas y preguntas a Dios.

* * *

Se le aproximan unos amigos para consolarlo; y tra­tan de hacerlo filosofando. Es un intento de justificar el Job, sea una personalidad histórica, legendaria o una figura literaria, es el arquetipo que nos presenta la Bi­blia del varón justo visitado y doblegado por la des­gracia.
De entrada1 encontramos a Job nadando en riquezas y con una excelente imagen social: un varón justo. Este prestigio se debía en parte a que Job poseía riquezas, y éstas eran consideradas como una señal de la predilec­ción divina: por ser justo, Dios lo colma de bienes, y por nadar en la abundancia, Job bendice a Dios. 

Sugieren no temer a otra oportunidad

A diferencia de los hombres, las mujeres son las más temerosas.

Darse una nueva oportunidad después de terminar una mala relación, depende de sobrellevar el temor y los miedos.
Según la psicóloga Katia Oporto, el dilema de empezar una nueva relación, después de pasar por una en la que no le fue bien, se presenta más en las mujeres que en los hombres, ya que fisiológicamente “ellas tienen una memoria emotiva más desarrollada que el varón, por lo que recuerdan frecuentemente situaciones del pasado”.
Si bien las mujeres pueden perdonar una infidelidad, los varones no, afirma. Al hombre que le tocó vivir esta experiencia llega a ser controlador y celoso. También puede suceder que la mujer le dejó con sus hijos, “esto marca bastante su autoestima y le es muy difícil retomar una vida amorosa nuevamente”.
Mientras exista en las mujeres esa parte emotiva que la lleva a repetir detalles en su cabeza rechazará varias oportunidades “porque no sabe elegir y no sabe perdonar”. La experta aclara que para iniciar una siguiente relación, depende mucho de cuánto tiempo duró la anterior y por qué finalizó, para afrontar el duelo. “Como terapeuta pido que se dé un lapso de tiempo para poder manejar las emociones solas o solos, pues uno debe aprender a desapegarse de ciertas emociones nocivas. Primero uno debe encontrarse así mismo, para después encontrar o ser encontrado por el otro”.
El miedo constante de mujeres y hombres es el repetir la misma historia, el de salir nuevamente herido. La culpa también es el otro sentimiento que uno fue el que logró que la situación sentimental fracasará. Oporto explica que hay muchas personas que no saben manejarse con la experiencia del pasado, aprender sobre ello y que no volverá a repetirse. Lo importante es, repite, aprender y cambiar para no “tropezar con la misma piedra”.
Entre las claves para empezar a confiar en una siguiente pareja, a veces, es cambiar actitudes y hasta de gustos, “sino queremos un hombre o una mujer que beba demasiado, simplemente no salgamos con ellos”, dice. Pero también uno se debe dar la oportunidad de vivir y empezar por uno mismo para no repetir la misma historia”.

3 meses es el tiempo que la psicóloga sugiere esperar para empezar una nueva relación.

Gamofobia es un término para aquellos que tienen miedo a casarse o a comprometerse. Estos piensan que la vida es de una sola manera, sólo por su pasado, “cuando se puede vivir y renovar el amor muchas veces, no se dan la oportunidad porque las situaciones marcan y son tan sensibles en el amor que se olvidan de amar, de detalles, de perdonar, de la lealtad y de la reconciliación verdadera”.

lunes, 21 de enero de 2013

MÉTODO SORPRENDEN PARA MEJORAR NUESTROS ESTADOS DE ÁNIMO EN CUALQUIER MOMENTO

*Vivimos todos inmersos en estados de ánimo todos los momentos y todos los días de nuestra vida y podría decirse que la calidad de nuestros estados de áni mo es la calidad de la vida íntima e interna que vivimos todos como seres físicos y como seres espirituales.

*Cuando pregunto a modo de encuesta a algunas personas de mi mundo personal cómo es el estado de ánimo en que se encuentran, las respuestas que suelo obtener suelen ser de dos o tres palabras y algunas de ellas, palabras negativas y al tomar en cuenta las respuestas en promedio, voy descubriendo que los estados de ánimo promedios suelen ser muy pobres y carentes de recursos necesarios para poder hacer sentir bien a la persona dueña del estado de ánimo.

*Cuando comencé a desarrollar el recurso de la mejora del estado de ánimo en cual quier momento del día, lo hice por instruc ción directa de mi mente sub consciente como respuesta a una pre gunta que había estado repitiendo constantemente en mi mente interior que decía: ¿cómo podría desarrollar un método para mejorar el estado de ánimo de cual quier persona en cualquier momento de su día de vida? y la respuesta me llegó en forma de impresión y de experiencia directa con la forma de una nueva pregunta que decía: ¿cómo quiero que sea mi estado mental presente? y comencé a decir en voz alta las siguientes palabras: “quiero que mi estado mental presente sea agrad ble, positivo, se guro de sí mismo, fuerte, radiante, abundante y con mucha alegría interior”.

*Media hora después volví a plantearme la pregunta que se refería a cómo quiero que sea mi estado mental presente y las palabras fueron las si guientes:” agradable, feliz, agradecido, fuerte, definitivamente positivo, con el poder de programar a todos los seres que amo para que en cuentren soluciones a sus problemas y para que pue an aprender también a programar a sus seres queridos”.

*Des de ese día he venido practicando el mejoramiento del propio estado mental presente pronunciando en voz alta la pregunta y luego generando cada vez mejores y diferentes respuestas y usted querido amigo o usted querida amiga puede ensayar este método, sobre todo si se en cuentra inmerso o inmersa en estados negativos que nos causan sufrimiento, dolor y mucha presión en el cuerpo y en el alma.

Respecto al tema de programar a los demás, este procedimiento es simple y sencillo, aparte de que es necesario pues la programación de otras personas se corresponde con la necesidad de dar instructivas a distancia pues en presencia es casi imposible hacerlo y de esta forma podemos ayudar a nuestros hijos a que sean sensatos, a que tomen mejores decisiones y a que mejoren sus actitudes en el hogar; con la pareja podemos hacer lo mismo y con se guir reacciones positivas, actitudes amorosas y disfrute del tiempo presente que en realidades todo lo que experimentamos en nuestro paso por esta vida.

*Para que pueda aprender el método del mejoramiento del estado de ánimo, le sugiero que lea este artículo unas cuantas veces más y lo ejercite verdaderamente. Al comienzo utilice mis palabras y des pués comience a utilizar las suyas de formas mejoradas y que reflejen las mejores sensaciones que usted quiere sentir y para que esto funcione de manera ecológica, saque diez o veinte fotocopias del presen te artícu o y hágalas llegar a las personas que usted quisiera ayudar con su alma y con su valioso corazón; nos vemos en el artículo de maña na.

*Pensamiento para reflexionar :”Lo que aprende mos con sinceridad nos muestra lo valiosos que somos para la vida y para el ser universal”.

*Nota importante: Se puede aprender la filosofía de la autoestima en unas cuantas sesiones de aprendizaje personal (El afecto hacia uno mismo produce autosuperación, actitudes positivas y una madurez sorprenden te).

*Si de sea tener una conversación con el autor o una consulta acerca de cualquier problema, llame a los teléfonos (2488284� 72513317), los problemas solo se resuelven cuando se los afronta con seguridad.

Suplo lo que falta


“¿Qué significan mis sufrimientos, para qué sir­ven?” He aquí la gran pregunta, formulada por Job, caído en el pozo profundo. Es la pregunta —grito, la­mentación— más inmemorial del viejo corazón hu­mano.
            Al retroceder por los senderos de la historia y aso­marnos a las civilizaciones que casi se pierden en la edad de piedra, constatamos que la primera inquietud que agitó al corazón humano fue esa pregunta. Los su­merios, primero, y después los asirios, los egipcios y los caldeos, implicaron y personificaron a las divinidades en el conflicto eterno entre el bien y el mal.
            No hay hombre, hoy día, que, metido entre las lla­mas del sufrimiento, no se haga, explícita o confusa­mente, y con carácter de rebeldía, esta misma pregun­ta: ¿para qué?
            El drama no está en sufrir, sino en sufrir inútilmen­te. Una doble finalidad puede dar a la persona que su­fre tal gratificación que el dolor pierda, parcial o com­pletamente, su garra y estigma, inclusive hasta trans­formarse en fuente de satisfacción y alegría.
    Es el caso de la madre. La mujer, dice el Señor, al dar a luz sufre apreturas, a veces hasta el espasmo; pero sabe que es el precio de una vida. Y al tener al hijo en sus brazos, el dolor se le transforma en una inmensa alegría. Las ciencias humanas agregan, inclu­so, que cuanto más angustioso haya sido el trance de dar a luz, tanto más amado será el fruto de ese dolor.
            Muy distinto es el caso del soldado herido en una guerra absurda; el soldado, abandonado, va desangrándose lentamente, mientras la tierra va absorbiendo en silencio esa sangre, inútilmente. ¿Cabe imaginar escena más dramática?
            El problema, pues, está en sufrir sin sentido. Y este sin sentido cuece y levanta las rebeldías, a veces hasta las alturas de la exasperación; y hay gentes que se cie­rran a cal y canto, y reaccionan ciegamente en medio de un resentimiento total y estéril en que acaban por quemarse por completo.

* * *

            Todo lo que hemos tratado en este libro hasta aquí se resume en esta pregunta: ¿qué hacemos con el dolor? Y hemos respondido: eliminarlo.
            Las ciencias del hombre también han buscado siem­pre, comenzando por la medicina, el mismo objetivo. Más todavía, incluso las ciencias abstractas, al menos en sus aplicaciones, organizan proyectos y programas para, alejar o neutralizar ese convidado de piedra que nunca falta en el banquete de la vida, el sufrimiento.
            Nosotros también, en las páginas que anteceden, he­mos buceado en las aguas hondas del mar humano; y después de pulsar las cuerdas más sensibles y de poner el dedo en las llagas más vivas, hemos detectado los manantiales profundos de donde brota el agua salada del sufrimiento humano. Y durante el recorrido he­mos ido depositando en las manos del lector recetas y “yerbas medicinales” con las cuales, y por si mismo, pueda amagar, amortiguar o acabar con todo y cual­quier sufrimiento.
            Pero en este capítulo la pregunta es otra: ¿para qué el dolor?; ¿de qué sirve?; ¿cuál es su sentido? Y la respuesta, por cierto, será la receta más liberadora; eso si, a condición de tener y vivir una sólida fe.
* * *
            Entremos, pues, en el valle de la fe. Todo cuanto expusimos y propusimos en las páginas anteriores, dado que nos hemos movido en un nivel puramente humano, puede servir de orientación para los que no tienen fe o la tienen débil, y, por cierto, también para los que la tienen recia. Pero el horizonte que vamos a abrir será comprensible, y sobre todo liberador, tan sólo para las personas que viven vigorosamente el don de la fe.
            La viga maestra que resume, sostiene y da firmeza a cuanto vamos a exponer a continuación son las palabras de Pablo: “Suplo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia”.
            Y también las palabras de Juan Pablo II: “Todo hombre tiene su participación en la redención. Cada uno está llamado también a participar en ese sufri­miento mediante el cual se ha llevado a cabo la reden­ción. Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido tam­bién redimido.      Llevando a efecto la redención median­te el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el su­frimiento humano a nivel de redención. Consiguiente­mente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo” (Salvifici doloris 19).

* * *

            Hay otros manantiales de dolor, es obvio, distintos de aquellos que hemos explorado en nuestro excursus, como guerras, epidemias, opresión, hambre... Nosotros, hasta ahora, hemos abordado tan sólo aquellos sufrimientos, digamos así intra-personales, aquellas tri­bulaciones que el lector, por sí mismo, y con las recetas indicadas, pueda atenuarlas y hasta suprimirlas.
            Pero en el presente capítulo nos abrimos, como Cris­to, a la universalidad del dolor humano. Jesucristo, efectivamente, con su muerte, asumió y se hizo solida­rio de toda la aflicción humana; fue la suya una apertu­ra planetaria.
            Va a llegar la hora, y ya llegó, en que el creyente, siguiendo los rumbos del Maestro, ya no se preocupa­rá tan sólo de sus pequeñas heridas, sino que extende­rá sus alas para abrazar, acoger y hacer suyas, en un movimiento solidario y universal, las llagas de la huma­nidad doliente.