miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿De qué sos esclavo?

Vos que estás leyendo esta nota, ¿de qué sos esclavo? ¿Acaso de las heridas que recibiste cuando eras chico? ¿De tus traumas de la infancia? ¿De una relación que no te satisface? ¿De un trabajo que no disfrutás? ¿De la rutina de tu vida?

¡Ya, liberate! Tirá ya esa carga que llevás en la espalda en el que guardás resentimiento, rencor y la culpa. Dejá ya de culpar a otros y a tu pasado por lo que no marcha bien en tu vida.

Cada día tenés la oportunidad de empezar otra vez.

Cada mañana, al abrir los ojos, nacés de nuevo, recibís otra oportunidad para cambiar lo que no te gusta y para mejorar tu vida.

La responsabilidad es toda tuya. Tu felicidad no depende de tus padres, de tu pareja, de tus amigos o de tu pasado. Depende solo de vos.

¿Qué es lo que te tiene paralizado? ¿El miedo al rechazo, al éxito, al fracaso, al qué dirán, a la crítica, a cometer errores, a estar solo?

¡Rompé las cadenas que vos mismo te impusiste! A lo único que le debés tener miedo es a no ser vos mismo, a dejar pasar tu vida sin hacer lo que querés, a desaprovechar esta oportunidad de mostrarte a otros, de decir lo que piensas, de compartir lo que tenés.

Los errores del pasado se olvidan y los del futuro serán perdonados. Date cuenta de que nadie lleva un registro de tus faltas, solo vos mismo. Ese juez que te reprocha, ese verdugo que te castiga, ese mal amigo que siempre te critica, ¡sos vos mismo! Perdonate. Solo vos podés lograrlo.

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